Sunday, February 21, 2010

Muerte de dos poetas


The Age of Genius, de David Grossman, y Lorca's Bones de Jon Lee Anderson son dos artículos que tratan (en el New Yorker) de Bruno Schulz y Federico García Lorca respectivamente, muerto uno el 42 en medio de la orgía nazi en Ucrania y el 36 el otro en una Granada que apenas resistió el embate demencial del fascismo ibérico.
No son textos similares. Mientras Anderson remueve opiniones y hace referencia al problema de la exhumación de los restos de Lorca, Grossman, en hebreo el original, vaga por la herencia de Schulz, y por las diferentes versiones de su muerte: una explicación del absurdo que un hombre de su magnitud pereciera en tan tristes circunstancias, aunque, finalizando con la elección que cree "mejor" para su autor, se decide por un Bruno Schulz asesinado en el tumulto de un pogrom moderno, caído en el barro con un trozo de pan sobresaliendo de su gabardina; pan que alimentará a uno de sus estudiantes y a su madre cuando éste toma el alimento reconociendo en el cuerpo inerte a su maestro: última y enriquecedora lección...
Una testigo, niña entonces, relata la llegada de Bruno Schulz a Varsovia, con unos originales en mano para que los viera Madame Nalkowska (Zofia Nalkowska (1884-1954), escritora en prosa. Su tumba, en el cementerio Powazki de Varsovia, está al lado de la del poeta Julian Tuwim).  Madame trata de eludir la lectura ("si tengo que leer los manuscritos de cada tipo raro que llega a Varsovia con un libro, no tendré tiempo para mi propia escritura") mas accede a echar una ojeada, a pedido de una amiga común que le ruega ver la primera página. Concede diez minutos a Schulz. Este le lee la página en voz alta. Ella le ruega dejarla sola y el escritor regresa al hotel donde espera con impaciencia. Al fin Zofia Nalkowska telefonea y dice haber leído treinta páginas, no haber entendido algunas cosas, pero cree que este libro es un descubrimiento, quizá el más importante de la literatura polaca en años recientes.  Nalkowska quiere tener el honor de llevar en persona el libro al editor. Grossman escribe: "De las muchas historias, leyendas, y anécdotas sobre Bruno Schulz que escuché, ésta me conmueve de manera especial. Tal vez por el humilde entorno del rutilante debut, tal vez porque fuera narrado desde los inocentes recuerdos de una muchacha, sentada en un rincón de la sala, observando a un hombre que le parecía frágil como un niño".
Este niño grande, ya siendo una de las figuras míticas de la literatura en Polonia, continuó durante su vida descreído de sí. Su baja autoestima lo hacía disculparse por estar presente. Desde su Drohobycz natal, en Galitzia, lugar del que casi nunca salió, legó al mundo su fantasía, escenarios extraños que penetraban en lo más profundo de la psicología humana. Su voz universal terminó ahogada en el martirologio de su pueblo, cuando, según la versión oficial, un oficial SS le disparó en la cabeza, para vengar la muerte de su propio protegido judío a manos de otro oficial alemán: "Tú mataste a mi judío, ahora yo maté al tuyo". Así terminó Bruno Schulz...
Los huesos de Lorca descansan en el barranco de Viznar, junto a un maestro de escuela y a dos toreros. Hay allí, en Granada, 3000 ejecutados por las fuerzas de Franco.  Recuerdo que todavía pesa en la memoria colectiva de España; rencor que no borró el "pacto de olvido", de 1977, que quiso sellar en el pasado lo sucedido.
Mientras los descendientes de los otros fusilados, los del banderillero anarquista Francisco Galadí entre ellos, quieren excavar la fosa, los familiares de Lorca se niegan a hacerlo. Baltasar Garzón, el juez que pide desenterrarlo, tropieza hasta hoy con muchos impedimentos. Quizá, como dice el joven cineasta chileno José Rovano (quien estrenó un documental "totalmente subjetivo" en Granada hace poco sobre el tema), nunca lleguemos a ver los restos del gran poeta granadino. Sobre ellos ha caído la sombra de la política.  Lorca vive, pero queremos ver sus huesos, no con la ramplonería cristiana del santerío; para saber la verdad, un poco más de ella.
"La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba".
La muerte lo sigue mirando.
20/7/09

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), 26/7/09

Imagen: Pierre Alechinsky/La mémoire volatile 1990

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