Monday, July 12, 2010

Clío/MINIATURAS


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Inicia Heródoto de Halicarnaso este su Primer Libro de la Historia con el relato de las causas que llevaron a la permanente disputa entre griegos y asiáticos.

Dicen los doctos de entre los persas que los fenicios tuvieron la culpa. Llegados a Argos y terminada su venta de mercancías, secuestraron mujeres, entre ellas a Io, la hija del rey. Luego la llevaron a Egipto. Esta primera injuria no fue aclarada, ni hubo disculpa. Entonces los griegos asolaron las costas fenicias, a Tiro, y robaron a Europa. Así se zanjaba el asunto, mas los griegos continuaron con su venganza y tiempo después, ocupando la Cólquide, se llevaron consigo a Medea, hija del rey de los colcos.

Esta historia de rapto de mujeres, como inicio de las contiendas históricas que plagaron aquella parte de Europa y amplia región del Asia, tiene connotaciones míticas aunque también reales. La mujer como constructora, o destructora, de la sociedad. Jugando un papel pasivo en apariencia mas de profunda esencia. Eran tiempos, además, en que no extrañaba la existencia de mujeres soberanas. Basta el ejemplo de Semíramis y Nitocris, reinas asirias cuyos reinados fueron de esplendor e inteligencia. O la misma Tómiris, cabeza de los maságetas que viven a orillas del lejano río Araxes, que desemboca en el Caspio, y que destruyó el ejército de Ciro el Grande, ya al final del primer libro. Tómiris aseguró a Ciro que ella saciaría su sed de sangre y de conquista. Cuando al fin de terrible batalla los maságetas acabaron con los persas, la reina buscó entre los cadáveres el del monarca y le metió la cabeza en un odre lleno de sangre humana para que hartase sus ansias de gloria.

Luego del rapto de Medea, Paris (Alejandro), hijo del rey Príamo de la magnífica Troya, quiso tener mujer griega y arrebató a Helena, esposa del rey lacedemonio. Sabemos por Homero de la destrucción de Troya, que los persas jamás perdonarían, y que Alejandro Magno tomara como punto de referencia en su conquista del mundo posterior. Un círculo jamás cerrado, todavía inconcluso...
14/03/07

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo del 2007

Imagen: Dionisio, dios de la guerra para los persas

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