Monday, September 27, 2010

La nueva literatura/NADA QUE DECIR


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Que este es un proceso irreversible (y necesario), social y políticamente, es verdad. Hay que dar ese crédito al menos a los eunucos del poder constituido. Me pregunto, ya que ello sucede, qué pasará eventualmente con las manifestaciones culturales de este nuevo período, nueva era, preferirían decir, sobre todo con la literatura cuyas tendencias más contemporáneas, en Bolivia, se inclinan hacia un intimismo extremo donde no cabe, y dudo que quepa, el orden social de un indigenismo agresivo como el que se vive.

¿O acaso, como en una Unión Soviética ya con casi dos décadas de existencia, se optará por un arte “social y realista”, donde las manifestaciones pequeño burguesas, como sexualidad o lamento existencial, no representen el ímpetu de un movimiento que se considera transformador? ¿Se creará un realismo socialista como en la URSS, lo cual significará, como allí fue, la debacle de un arte ya consagrado en Rusia y todavía en ciernes en Bolivia?

Preguntas que primero se deben formular, y que la historia se encargará de resolver, pero cuyos artífices, los escritores en cuestión, tendrán que dirimir en juntas gremiales o en la oscuridad de covachas de anacoreta.

Ante los ojos de un mundo entusiasmado con lo que sucede en el país ¿qué se esperará de sus autores, la representación del movimiento de indiscutible magnitud y confrontación, o la introspección a la que parecen inclinarse los jóvenes escribas? Una cosa es la academia, y el material que se puede entregar a ésta para satisfacer cupos literario-geográficos, y otro es la representatividad de un país a través de sus literatos. Tema fundamental del nuevo decenio, donde mucho de lo que se ha movido no retornará a sus posiciones de inicio. Algo que se tiene que aceptar y que tiene que tener peso en la discusión artística de hoy y del porvenir.

Dios nos libre, lo digo yo que no creo ni en Peter Pan, de caer en una escuela que entronice la realidad política por encima de la libertad del arte. Ello no implica, sin embargo, la ausencia de representación del entorno en la literatura del nuevo espacio, o que se obvie la importancia de lo que pasa alrededor, teniendo en cuenta que no es un hecho trivial el que pueblos oprimidos por centurias lleguen a alcanzar papeles protagónicos. Los escritores tendrán que adecuarse y encontrar un punto donde trabajen sin conceder nada de su libertad individual, pero desde el cual también reconozcan y ficcionalicen una tangible realidad.

Punto definitorio en cuanto a lo que vaya a suceder con la literatura boliviana. El realismo socialista mató la gran literatura rusa, a pesar de notables excepciones como Fadeiev, Sholojov, o el mismo Alejo Tolstoi. Si se determina, por imposiciones fiscales, el camino a seguir, se habrá perdido todo. No se puede ni se debe imponer los vaivenes del arte de escribir. Pero está la crítica, el veto, la censura que se manipulan desde las instancias de poder, y ahí lindamos con el peligro y la posibilidad del aprisionamiento de la libre expresión. ¿Cómo ser bolivianos, o plurinacionales, u originarios, mestizos, etc, sin caer en la propaganda y sin ceder espacios propios de pensamiento o idea?

Es una cuestión que formulo ahora, porque es concreta la aparición de tal pregunta dentro del nuevo orden social. ¿Qué escribir? ¿Sobre qué? Sugiero releer los interesantísimos apuntes de León Trotski acerca del tema, previos a la aparición del realismo estalinista y a las grandes purgas de escritores.

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 14/junio/2009

Imagen: George Grosz/Una víctima de la sociedad

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