Thursday, October 14, 2010

La Ausencia/NADA QUE DECIR


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No, no es una letra de tango. Es la realidad de la política nacional: la total ausencia de políticos de talla, la de oradores y la existencia de ningún pensador.

No estamos ante un dilema. La experiencia muestra que Evo Morales tiene que salir si no se quiere destrozar en al país. Y no debido a cierta retórica revolucionaria que bien nos caería de ser justamente empleada. Me refiero al imperio del latrocinio, de la corrupción, del compadrerío, la prebenda. No me interesan trabajadores ni campesinos que presupongan su condición como carta blanca. Esa no es revolución sino la chichería de doña Catita en donde cada ebrio alucina que el mundo se volcó para su provecho.

Se va creando un estado donde cierta "clase" podrá delinquir por sobre las otras. Para ello se inventarán o recuperarán injusticias cuyo pasado y solución se manipularán de acuerdo a las necesidades de los delincuentes en el poder.

Historia de siempre ¿Es que acaso podemos salvar algo de ella? Poco o nada. Hoy más que nunca Bolivia se presenta sin antifaz, en lugar pertinente junto a Haití, Sudán, Somalia o Yemén. Mucho falta por recorrer y no serán las masas inundadas de alcohol las que superen lo efímero de los sueños de bienestar general, ni será el supuesto gran hombre que gobierna esta triste tierra el que los concretice.

¿Los intelectuales? Nos hallamos ante lo mismo: pobreza de mente digna de lástima. Hay los que escriben y los que no, los que leen y los que no. Se pavonea que dejamos atrás el analfabetismo. Cuándo nos pavonearemos de que al país llegaron, al fin como maná del cielo, la crítica y el análisis. Quizá cuando hayan muerto todos los doctorcitos que nos legó la historia, cuando las generaciones se nutran sin ambigüedad de arte y cultura, cuando se reconozcan los orígenes, con grandezas y desmanes, y se dejen atrás las taras que nos vienen tanto de España como del incario o el Collado. Porque ángeles no fueron los barbados porqueros de Extremadura ni tampoco la mesnada que se dejó agobiar por una docena en Cajamarca, ni los hijos de los achachilas aymaras. Cada uno con su lujo y con su mierda, que aquí no hubo unos mejores que otros y que los de hoy pagamos ser vástagos de semejante desdicha.

Pero el tema era la ausencia de liderazgo. Morales que fue, a no dudarlo, esperanza en un país racista y desconsiderado, ya pasó al basurero como veterano de la traición y adalid de indignante vanidad. Del señorito prefiero ni hablar... ¿Quién queda para reemplazarlo? Nadie. La oposición sólo por oponerse no supera el dadivoso mote de recua, como recua es el gobierno. Su galería incluye un traficante en pollos, algunos comerciantes, leguleyos y diversos y oscuros asociados. Al menos Morales, quien no pudo superar su ignorante condición, como lo hizo Francisco Villa -por ejemplo- tenía carisma.

En este alentador panorama leo las declaraciones del nuevo contralor, juramentado con el puño izquierdo en alto y la mano derecha sobre el corazón, como cuando uno va al médico y le dice "levante el brazo, por favor" o "levantá el brazo, hijo" según la economía del paciente. Dice el caballero que la justicia boliviana es como una telaraña por donde se filtran los objetos grandes y quedan los chicos. Me pongo a pensar y no imagino telaraña o red que tenga agujeros tan grandes para pasar los gigantes y tan chicos a la vez para atrapar insectos. Este señor debía ser ministro de ciencias y no contralor, aunque no sé... parece controlar la metafísica o es magister en arte adivinatorio, yatiri con poder sobre la física de los objetos, o, tal vez, sucede que al jurar y levantar el puño izquierdo se golpeó la sien y atormentó sus sentidos para luego atormentar también los nuestros.
02/01/09

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), enero 2009

Imagen: Ben Shahn/Study for Goyescas, 1956

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