Thursday, October 7, 2010

¿?/MIRANDO DE ARRIBA


Uno quisiera que las cosas se desarrollaran como se espera; no siempre. El gobierno de Evo Morales lo demuestra. Se puede alegar que no ha corrido suficiente tiempo y etcéteras, mas esos son pretextos.

¿Qué se ve? Ni siquiera destreza para manejar un voto popular significativo, para inclinar la balanza en favor de hechos que sí importan y que debieran ser prioritarios. En su lugar los gobernantes se desenmascaran, venden su escaso poder a las "fuerzas" armadas, en idiótico ánimo de pensar que en ellas van a sustentar su dominio... como si no supiéramos. ¿Qué significa reducir el salario de los académicos universitarios y conceder mayores beneficios a los militares? ¿Qué tipo de concepción revolucionaria implica? Ni para decir que con esa muchedumbre de mediocridades se ha de fundar un nuevo Ejército Rojo. Ni Linera es Trostki, ni el comandante boliviano Tujachevsky... hay más de un abismo de distancia.

Mientras tanto la pobreza no cede. Siguen bajando de los yermos de Bolívar esmirriadas campesinas que sueñan con pan; sigue Ernesto Guevara como un icono de palacio mientras su asesino, Barrientos, saluda desde su pétreo pedestal a los automóviles en una popular avenida.

Los anarquistas chillan un año que Evo será otro Paz Estensoro y al año siguiente le limpian los mocos. Y esos anarquistas se agolpan desde las más diversas instancias del fracaso, de todas las sectas y ninguna, del alcoholismo y el arte, del nacionalismo y el cornudismo. Vienen de cada extremo y unidos en desventura ven en Morales su oportunidad de quebrar el silencio, sin darse cuenta que para quebrar esa maldición sólo hacen falta huevos. ¿O hay algo más detrás de esta loable faena de hacerse oír? Habría que averiguarlo.

Una mujer escribe en una pared cerca de la plaza 14 de Septiembre: "No soy originaria pero soy original". Y la suya es una protesta magistral, porque no hay pecado en nacer, donde sea y como sea; el pecado está en convertirse en cabrón o cabrona, no en tener la piel o el cabello de un color diferente al que cualquier mesías considera válido. Y si no que aprendan de un mártir como Mandela que se sobrepone a su dolor y fomenta un país de entendimiento, aunque aún persistan grandes fallas.

Me dice un nativo americano (como yo también me considero, no a despecho de mis extraños apellidos sino por ellos) que Evo Morales es el gran traidor, que destroza sistemáticamente aquello que hubiese sido una victoria para las naciones indígenas, tal vez la última en largo tiempo. Se puede desmenuzar esta afirmación, filosofar sobre ella, pero, a simple vista, parece correcta.
4/9/06

Publicado en Opinión (Cochabamba), septiembre 2006

Imagen: Otis Link/Message of Chaos

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