Tuesday, November 2, 2010

Los libros bolivianos se acaban en feria de Caracas


Martín Zelaya Sánchez

“Pero entonces, ¿Ferrufino es boliviano?”, se pregunta sorprendida la caraqueña Ordáliz Antúnez, y se responde luego a sí misma. “Me dijeron que esta novela (sostiene en manos un ejemplar de El exilio voluntario) es extraordinaria, pero creía que era de un peruano”.
Miles de venezolanos y visitantes de otros países colman desde el viernes el stand de Bolivia, país invitado de honor, en la V Feria Internacional del Libro (Filven 2009), que se lleva a cabo en el Parque los Caobos de la capital venezolana. “La demanda sobrepasa cualquier expectativa —asegura Carlos Azurduy, representante de la Cámara Boliviana del Libro y encargado del puesto—; en apenas cuatro días se agotó más del 50 por ciento de la oferta que trajimos y ya no sé qué vamos a ofrecer hasta la clausura de la feria (el domingo 22)”.
En los 250 metros cuadrados destinados para la expoventa de libros y actividades culturales se acomodaron el jueves pasado unos 4.000 ejemplares de más de 700 títulos —según estimaciones de Azurduy— de obras narrativas, poemarios, ensayos e investigaciones de autores bolivianos, o sobre asuntos inherentes al país.
“Lo que más le interesa a la gente —comenta Andrea, una de las cinco jóvenes voluntarias que la Filven destinó para controlar y cooperar en las ventas del anaquel nacional— son trabajos sobre el presidente Evo Morales, sobre el proceso de cambio y también investigaciones sobre culturas originarias y movimientos sociales bolivianos”.
Pero la ficción también circula a buen ritmo. El escritor venezolano Enrique Hernández —después de apreciar un videoclip sobre fauna, flora y biodiversidad bolivianas que se proyecta repetidamente en una pantalla gigante en la parte posterior del stand— recolectó el sábado reciente 12 libros entre novelas, compilaciones de relatos y poemarios.
“¿Qué me sugieren —preguntó ese día entre los bolivianos identificados por una credencial de invitados de honor colgada en el pecho— para conocer mejor las letras de su país?”. Más de una hora después de recorrer los pasillos, y luego de dubitar y reflexionar bien, se llevó, entre otros, el poemario Pequeña librería de viejo de Benjamín Chávez; el reciente Premio Nacional de Novela He de morir de cosas así de Eduardo Scott-Moreno, y Felipe Delgado de Jaime Saenz.
Azurduy trabaja en la organización del puesto acompañado por Marcelo Yaksic y por Mónica Villarroel, representante del Ministerio de Culturas. “Hasta ahora —comenta Yaksic— en ficción también se vendieron mucho las novelas de Néstor Taboada Terán (el prolífico autor es miembro de la delegación), la novela premiada de Scott y Los Ingenuos, de Verónica Ormachea, entre otros”.
Ordáliz, una espigada atleta que se lamenta de no haber viajado a Sucre para los Juegos Bolivarianos debido a una lesión en la cadera, se refería —en la pregunta que abre esta nota— al Premio Casa de las Américas que el cochabambino Claudio Ferrufino-Coqueugniot ganó este año en La Habana, y que “una literata cubana amiga me dijo que era una novela perfecta para entender los vaivenes de la migración que castiga hoy en día a los pueblos de América Latina”.
Azurduy dice que El exilio voluntario “también es una de las obras que más se venden”, y después se lamenta: “Ojalá las editoriales nos hubiesen mandado más libros, de muchos títulos trajimos sólo dos, tres o hasta cinco ejemplares que en algunos casos se acabaron el primer día. De que nos va bien, no hay dudas, pero la demanda es enorme y no hay más para ofrecer”.
La diablada, un éxito rotundo
La potente carcajada del diablo asustó a un par de pequeños mulatos, pero emocionó a decenas de caraqueños que hasta aprendieron —en pocos minutos— a acompañar el ritmo de la típica danza orureña con las palmas.
Un grupo de residentes e hijos de bolivianos radicados en Venezuela —organizados por la Embajada de Bolivia— presentaron dos espectáculos bailables: el sábado por la tarde, en el reducido espacio destinado a conferencias en el stand nacional, y la noche del domingo, en el escenario central de eventos ubicado a la entrada del Museo de Bellas Artes, a pocos metros del campo ferial del Parque Caobos, donde Bolivia funge como invitada de honor en la V Feria Internacional del Libro (Filven 2009).
“Estos trajes impactan y conmueven —comenta un anciano que no se perdió ninguno de los dos espectáculos— y la tremenda explicación que nos brindaron de su raíz es algo que no había visto ni oído hablar nunca antes”. El veterano se refiere a la conferencia “La danza de la diablada en el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, que dictó el sábado Fabricio Cazorla, oficial mayor de Culturas de la Alcaldía orureña. “Además de hacer una síntesis —comenta sobre su exposición— de la historia de sincretismo cultural pagano-religioso de este baile, preparamos esta charla con el objetivo de mostrar y promocionar ante la comunidad internacional esta expresión patrimonial boliviana que en los últimos años fue objeto de imitaciones y reproducciones poco éticas en otros países”.
Una docena de paneles de dos metros de alto, distribuidos a lo largo del stand, resume en fotografías y texto las leyendas y documentaciones sobre la famosa coreografía.
En otras actividades, la editorial venezolana Monte Ávila presentó el sábado La profundidad de la memoria, una compilación sobre narrativa boliviana contemporánea. El escritor Néstor Taboada Terán disertó el domingo su trabajo “Tierra mártir: del socialismo de David Toro al socialismo de Evo Morales”, en el que —tras una introducción del embajador de Bolivia en Venezuela, Jorge Alvarado— hizo un parangón sobre las diferentes etapas políticas de Bolivia signadas por gobiernos de tinte izquierdista.
Eduardo Scott-Moreno participó ayer en el coloquio literario “Encuentros Apalabrados”, en el que debatió durante 90 minutos con el narrador caraqueño Igor Delgado sobre pasiones literarias, lecturas y experiencias de vida y cultura.
Para los siguientes días la agenda de Bolivia prevé otros números coreográficos musicales y presentaciones de libros y disertaciones literarias.
La Cámara del Libro exhibe unos 700 títulos de distintos autores.

Publicado en La Prensa/La Paz, 11/2009

Imagen: Logo de la FILVEN 2009, Caracas, Venezuela

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