Saturday, December 18, 2010

Apóstoles, santos, místicos/MIRANDO DE ABAJO


La otra noche casi me persigno cuando vi a Pablo Solón, embajador de Bolivia ante la ONU, hablar sobre la posición de los plurinacionales en Cancún, durante la cumbre climática. La retórica me interesaba un carajo, -ya en cincuenta años he lidiado demasiado con los políticos altoperuanos, cuya verborragia puede seducir gringos y nada más-; lo que impactaba era la mística que Solón se esforzaba en lucir cuando cerraba los ojos. Por poco no dice que el Mesías había llegado y que había que cambiar la historia sagrada porque los tres magos no eran tres sino cuatro, el cuarto aymara que llevaba al niño Cristo hojas de coca para suplir la leche de María, dita virgen, aunque las vírgenes no producen leche. No sé. Tal vez Solón lo sepa cuando cierra los ojos y se contacta con el más allá, con el limbo de dioses donde han defenestrado a Zeus para poner un Condori, o a Vulcano para colocar en su lugar un hábil químico como el ya famoso narcoamauta.
Lo extraño es que estos individuos hablan de revolución, mientras paradójicamente se convierten en nuevos ricos, riquísimos, y son más religiosos que el papa. Al menos éste, ahora, se anima a promocionar condones y se queda alelado, con los ojos bien abiertos, lo opuesto de Solón, cuando unos trapecistas semidesnudos ejercitan sus artes en el Vaticano y remueven los sueños sigilosos de más de un santo varón que en el instante cambiaría birrete por culo, tiara por carne. Solón no los vio, no quiere verlos, porque en el Nirvana aymara que pugnan por inventar no caben de momento asuntos culescos, ya que, al igual que los ayatolas, quieren mentir una nueva moralidad que les de carta blanca de poder y robo.
Ni qué decir del vice que semeja un monaguillo compungido cuando habla ante las cámaras, cuando da lecciones de todo con su magnífico intelecto que muy magnífico no parece ser con sus notorias carencias de lenguaje, linguísticas, linguales, referidas a la lengua, vamos.
Ni qué decir del Amo, el Robespierre de Orinoca, no tan incorruptible como el de Arras, cuyo verbo extraterreno dibuja horizontes de paz y bienaventura en una madre tierra libre ya del expolio de los capitalistas y plena de humos santurrales de las fábricas de droga y yermos infinitos de pachamama devorada por coca. Un paraíso digno del Bosco, de las calaveras de Hans Holbein, con un trono de desechos humanos y retorcidas raíces donde de bacantes alrededor suyo danzan Gog y Magog. Amén.
17/12/2010

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 22/12/2010
Publicado en Semanario Uno #389 (Santa Cruz de la Sierra), 2011

Imagen: William Blake/Lucifer

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