Friday, December 3, 2010

Tropografía: muestra de arte fotográfico


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Radoslav Pazameta (Zagreb, 1957), y Aldo Cardoso (La Paz, 1958), exponen fotografías en "Trazos", entre el 12 de septiembre y el 5 de octubre.

En Tropografía hallo dos espíritus. En Rade Pazameta la expresión es vital, en el sentido de la angustia, de la ira, de la fortaleza de la tensión muscular. Sus fotografías dan sensación física, masculina porque siendo hombre la asimilo así. Es fotografía no solamente de espacio sino de entorno tactil. Sin mostrar el piso, su obra tiene la seguridad del apoyar los pies contra él y sentir el placer de su afirmación. Cómo decirlo: sus hombres y mujeres, aunque parezcan diluidos en el aire, son terrestres. No es necesario hacer tomas realistas para hacer realismo poético. Así lo demuestra. Lo no visto no significa que no está, pero al esconderlo, o velarlo, le damos atributos intelectuales y sensoriales que no le daríamos de ser éste obvio. He ahí un logro.

En Aldo Cardoso es diferente, no opuesto. Aldo emerge de la forma con sensualidad, algo logrado en escultura por Brancusi. La piedra en Brancusi -la imagen en Cardoso- posee textura de seda. El fondo, negro en los más casos, contrasta la palidez del cuerpo; el fondo torea la silueta, la relaja, la suaviza. El uso de este telón es importantísimo, en cine o en fotografía. En Jan Saudek hace resaltar la figura, como saliendo del papel; en Aldo envuelve sensualmente al objeto o al sujeto-objeto.

Me gustaría hacer una comparación: si bien la fotografía de Lee Miller. fotógrafa norteamericana, y temporal pareja de Man Ray, era esencialmente femenina, la obra, masculina en mi opinión, de Radoslav Pazameta es cercana a ella. Pienso en la etapa de la vida de Miller que pasó fotografiando los Balcanes, Rumania. Técnica y formalmente Miller y Pazameta no convergen en una misma ruta, pero la esecia que transfieren es muy parecida. Quizá la fotografía de guerra de Lee es la que más los relacione. Rade es un fotógrafo de ilusión y tragedia. Lo trágico vive en la expresión facial, pero la abstracción del entorno, que en la realidad puede ser horroroso, nos da la claridad suficiente para ilusionar. Aunque, como ya dije, esa sombra que es el alrededor y está abstraída, es igualmente tocable; de ahí la realidad poética del arte del fotógrafo croata.

Aldo Cardoso, de obra más femenina, con todo lo elogioso que ello significa, se conjuga, paradójicamente, con el trabajo de Man Ray. Sus desnudos se relacionan extraordinariamente con los del artista neoyorquino. Un torso atravesado de rayonizaciones, de 1930, encuentra su igual en una pareja desnuda cruzada de líneas negras, de 1996. Si bien las circunstancias, características, y quizá objetivos sean dispares, las dos imágenes hermanan a los artistas. Y cuando Man Ray dobla el torso femenino, le da un doble mayor detrás, Aldo lo entiende como un hombre y una mujer, uno de frente y la segunda de espaldas. Un mismo criterio, es posible, y dos perspectivas.

Sin ironía, porque no hay ironía en arte, ni siquiera en El Bosco, la fotografía de mayor fiereza, la de Radoslav Pazameta, se encuentra con Lee Miller, mujer, y la de Aldo Cardoso, sensual e íntima, con la tenazmente masculina de Man Ray.

Las fotos colgantes de Aldo son extraordinarias. Noches ha, en la rojitud de su estudio, me mostró un seno fotografiado que encontramos apenas al entrar en la exposición. En ninguna de las digresiones que dijimos, sobre imagen y literatura, él mencionó cómo presentaría dicho trabajo. Era bello en principio, pero ahora está mejor. Como lo anoté en el cuaderno de visitas, al diseccionar la obra la ha hecho abstracta, un real abstracto, un juego de espacios luminosos y sombríos. Ese seno no es el mismo, allí colgado, a las diez de la mañana, a las dos de la tarde o en el crepúsculo. En una fotografía cortada en cuadros, por cuyos instersticios se mueven constantemente luz y sombra, Aldo Cardoso ha encontrado la respuesta que buscó Claude Monet cuando pintaba y repintaba la catedral de Ruán.

En las fotografías de Rade atisbo pinceladas de etnicidad, siendo lo étnico una representación hermosa de los pueblos. En él quizá es espíritu de folklore. No hablo de cosas típicas. es que los rostros que nos presenta son como un juego de máscaras en un intenso y grandioso escenario. Su arte, arte popular, se asemeja a las representaciones medievales de la Europa oriental.

Para Aldo Cardoso, en realidad para mí a través de Aldo Cardoso, el cuerpo humano es la forma física esencial ante la nada. Aldo fotografía, al fotografiar cuerpos, la naturaleza total. Su juego técnico convierte un cuello en montaña, un pecho en luna. Si se estuviese encerrado, lapidado voluntariamente en vida, como el mago de Lublín, de Isaac Bashevis Singer, para olvidar la tentación de la carne, olvidarnos en verdad, hallaríamos que las formas externas habitan en nosotros, y que un doblar de piernas puede crear un bosque, un codo, una colina; y que no hay inteligencia en la abstención.

En suma, una excelente muestra. Aldo me hizo pensar, con su mujer de pie, dividida en dos, en Lucas Cranach, en Mabuse. Ya ha hecho Eva. Debiera, con el mismo detalle, crear la contraparte Adán y mostrar ambas fotografías como un díptico en un sitio público para que su belleza sea colectiva. Gracias.

_____
Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), domingo 22 de septiembre, 1996

Imagen: Fotografía de Aldo Cardoso

No comments:

Post a Comment