Wednesday, March 23, 2011

El califato/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En los estertores de su derrota, militar y política, en Irak, el gobierno Bush ha comenzado una campaña de miedo. El propósito: aterrorizar a la población norteamericana, tan maleable y tan voluble, con la posible, entre comillas, instauración de un nuevo "califato". Aparentemente el presidente Bush acaba de aprender esa palabra para enriquecer su corto léxico y goza en utilizarla; así lo hacen Rumsfeld y otros pastores de esta peligrosa grey. Ese, el fin de Osama bin Laden, de al-Zawahiri y de al-Zarqawi: la creación de un moderno califato que, a partir de su solidificación en Babilonia se extienda hacia los países vecinos y comprometa Europa, Asia y África.

¿A qué califato se refieren los sacerdotes de la Casa Blanca? ¿Al de Córdoba, al de Bagdad? ¿Se enterarían tal vez de lo que fue el cordobés, temprana expresión de lo que sería siglos después el Renacimiento? No saben sin duda que en aquellas ciudades árabo-españolas cristianos, musulmanes y judíos convivían en armonía, y las ciencias, junto al arte y la poética, regían la vida colectiva... Gente como ellos, igual de religiosa, fundamentalista, destruyó ese edén cultural, cuando los imanes cuestionaron -por ejemplo- la obra de Averroes, quien nos legó a Aristóteles junto a él mismo. Se quemaron los libros del sabio por no concordar, según creían, sus teorías con la interpretación literal y exagerada de la ley islámica. Esos fanáticos son los antecesores de bin Laden y Bush, de al-Zarqawi y Condoleezza Rice, de Goebbels y Lynn Cheney. Ellos, los enemigos de Averroes, de Giordano Bruno y Copérnico, de Darwin... Ellos, que desean crear un "califato" New Born Christian en Estados Unidos, que destruya la Constitución y donde impere la ignorancia, temen que sus rivales religiosos les ganen la mano. Destapan, entonces, los horrores del Averno, anuncian el imperio del Islam y se revisten de armadura medieval para contrarrestar a los infieles. Si son iguales, todos ellos iguales, paridos por la misma oscura madre, enemigos del futuro.

Mientras anuncian los desastres del apocalipsis, a los que oponen una salida dudosa, plena de similaridades -aunque confrontados- con sus opuestos gemelos, permiten que se destruya el medio ambiente, que las compañías que lucran con la devastación terrestre continúen su labor asesina. Dios no entra allí. Dios que tanto mencionan suele no ser el creador de árboles y aguas. No podría ser porque Bush y sus secuaces venden estos milagros al mejor postor. Dios se detiene allí, donde ellos se enriquecen. Fariseos, califas de la peor especie.
12/12/05

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Publicado en Opinión (Cochabamba), diciembre, 2005

Imagen: William Blake/Behemoth y Leviatán

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