Monday, August 29, 2011

Crisis, raza y finanzas en Bolivia/MIRANDO DE ARRIBA


En la edición del jueves 8 de enero, el Wall Street Journal, quizá el más influyente diario del mundo financiero, dedicó parte de su primera plana y más de media página interior a Bolivia. Bajo un sugerente -y sospechoso- encabezado de "Lucha de clases", un mapa de Bolivia y un retrato a lápiz del Mallku Felipe Quispe, el autor desgaja metódicamente el anecdótico mundo político nacional. Se guarda de emitir una opinión; describe un universo que cierto diplomático norteamericano calificó de "Alicia en el país de las maravillas". En este casi imaginario país de "Nunca Jamás", como si fuese un cuento de Disney, las etnias indígenas, hastiadas de la permanente angurria mestizo-blanca, se mueven incómodas bajo consignas que van desde la realidad de las diferencias sociales, la existencia de una república racista, la igualdad de clases, hasta la esquizofrénica, más que surreal, demanda de un retorno al pasado donde, bajo reglamentaciones mínimas como "no robes, no mientas y no seas flojo", o cualquier otra traducción literal de estas limitadas tablas de la ley andinas, se establecería el libre arbitrio de las masas sobre sus semejantes.

La mentada ley antigua indígena, entre comillas, que pregona García Linera, la ley del chicote y del linchamiento implican un proceso retrógrado que trae consigo riesgos gravísimos para la estabilidad. Cómo afirmar que en un supuesto que se estableciese una nación india, extendida y sin fronteras visibles, en medio de América del Sur, se garantice una amplia y unilateral (sólo para indios) felicidad universal ¿Paradoja? Creada la nueva y poderosa nación, ya extinta Bolivia, sobre quién caen las riendas del poder ¿los aymaras?, ¿quechuas? ¿guaraníes? ¿los eternos doctores que siempre caminan detrás? Quizá fuera necesaria entonces una purga general y la consecuente africanización de la zona, reemplazando aymaras y quechuas a hutus y tutsis, tristes actores del genocidio en Ruanda.

El pueblo no tiene voz. Una selecta dirigencia dicta normas. En lugar de una aproximación razonada y veraz acerca de las soluciones posibles para un país en crisis, se lo estrangula con propuestas falaces, sin sentido y sin programa. Lo que aparenta ser revolución es contrarrevolución, aunque digan lo contrario los anarquistas de hoy, movimientistas de ayer. El Wall Street es claro: no inviertan allí mientras no se apacigue la plebe. Si queremos entrar en su juego demos lugar a la sinrazón. ¿Lo de "indios"? Indios en Bolivia somos todos, señor Mallku, e indio fue también Porfirio Díaz... y mire.
11/1/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), enero, 2004

Imagen: de Guamán Poma de Ayala

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