Thursday, August 4, 2011

El exilio y otras cosas de Isabel/MIRANDO DE ARRIBA


Un periódico británico publica un reportaje acerca de Isabel Allende. La pone a la par de García Márquez, Vargas Llosa y Fuentes. Quizá tengan en común cosas que son usuales entre famosos pero no creo justo, ni correcto, ubicar su seudo literatura con ellos.

Isabel tuvo un acertado momento para surgir. Un nombre, un martirologio personal y colectivo, el de Salvador Allende y el de un Chile que no menciona en sus textos, dándole -en apariencia- un toque misterioso y mágico a la tierra donde se desenvuelven sus más que mediocres personajes.

Isabel escribe melodramas que apuntan al romanticismo de la gente, de las mujeres en especial, un erotismo, eroticismo, de cocina, lejos de Wilhelm Reich. Intenta, en una falaz aunque exitosa moda, sazonar el sexo con especias o comida, siguiendo la triste huella de Como agua para chocolate y otros relatos livianos, mixtura de composiciones ajenas, lugares comunes e historias de mi abuelita. Una moda que actualmente crea escuela de cómo escribir basura. Y no es la literatura femenina la
criticada, pero una cosa es María Luisa Valenzuela y otra Carmen Serrano, como Jorge Amado era uno y Paolo Coelho el de abajo.

Otro drama isabelino es que Allende se ha agringado y en las charlas prefiere, norteamericanamente, hablar de cuantas veces hace el amor, su frecuencia matrimonial y necedades semejantes. Claro que siempre presente vive Salvador, tío o primo trágico, disponible para serias circunstancias.

Isabel comenzó a escribir a los 40, algo que la acercaría a Conrad, pero el polaco vivía mientras ella imaginaba. Afirma que la fatídica fecha del 11 de septiembre le quitó un país y le dio otro. Su Chile murió con el golpe -ella emigró dos años después- y su Estados Unidos nació con el ataque a las torres gemelas. Extraño concepto de patria o sólo más noveleras palabras con intenciones interesantes. Por supuesto nunca dejará este país con una creciente población latina de escaso nivel educativo aún y que se deleita, cuando tiene veleidades intelectuales, con sus llorosas erotosas latosas novelas. Un público similar la leerá en inglés.

Supongo que viene una novela sobre el terror de septiembre, plena de angustias pasionales, cuerpos frotados en hierbas, una mujer pobre de Sudamérica, un inversor de Nueva York, y la dicha del amor que se desnuda sin ver la muerte escondida. Se abrazarán al caer las torres y entre el asfixiante polvo tendrán la valentía de susurrarse un último te quiero.
26/10/03

Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre, 2003

Imagen: Pintura de Fernando Vicente

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