Tuesday, October 4, 2011

Fábulas/MIRANDO DE ABAJO


Una periodista de CNN entrevista a Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, y le pregunta acerca de la represión a la marcha indígena. Linera, otro de los mitos creados por la metafísica boliviana, responde que ellos “ya” saben quién dio la orden, pero que no lo van a decir. No todavía. En buen idioma: una respuesta cojuda. Significa que hay poderes en el gobierno de “Evo obedeciendo al pueblo” que pasan por encima del presidente y ejercen semejante autoridad. Sabemos lo falso de sus afirmaciones de mímico de segunda, ya que Evo Morales es directo responsable por el atentado y traidor confeso al país que dirige, pero podrían haber encontrado mejor pretexto que el de prácticamente confirmar que los del Palacio Quemado son… cojudos. A cada quien lo suyo, y tal para cual.

Lo sucedido en Yucumo excede la imaginación. Policías fotografiándose con flechas decomisadas a los nativos, con restos de una res carneada hacía poco en el campamento, arrastrando mujeres entre varios, rompiendo costillas, empujando madres con niños desnudos en brazos, separando unos de otros, violentando básicos derechos a la mejor manera del fascio, son atenuantes de un sonoro juicio futuro en contra de los malhechores que ejercitaron su fuerza sobre una masa indefensa. El gamonal Evo Morales Ayma no dudó en azotar a los más pobres de los pobres en aras de aumentar arcas ya llenas de monedas con las limosnas del narco y las transnacionales.

Somos un triste país mediocre, y nuestro deseo fatal de descollar con algo, cualquier cosa, nos inclinó a crear el monstruo. Este sindicatero de gran viveza y escasas luces prestó su imagen a las inteligentes maniobras de intelectuales europeos de izquierda, ávidos de practicar elucubraciones sociológicas en una sociedad concreta. El indígena defensor de indígenas, el non plus ultra de la reivindicación, el profeta, no fueron más que inventos de ociosa gente blanca apoltronada en confortables sillones e inmunes al malestar social. Pero los bolivianos lo tomamos como que al fin doscientos años daban fruto, incluso no faltó escritor que lucrara con la trivialidad de la chompa barata del presidente, por cierto ya olvidada desde que el trompetero se convirtió en conde. Un cuento de hadas.

Lo mismo con el vice, cuya destreza intelectual se supone sublime, y a quien, observándolo en cada actuación, no le he encontrado migaja de genio. Repite que leyó bastante, en los miles según, pero comete fatídicos errores de gramática en discursos donde sus manos parecen tejer punto cruz, a no ser que sea táctica envolvente para distraer al público y no manía de tejedora vieja. Es otro que inventamos: esmirriado Lenin de los valles, con retórica de garapiña y sillpancho.

Los habitantes del Isiboro-Sécure nos han devuelto el orgullo.

El TIPNIS debía haber sido el Watergate del presidente. Todavía puede serlo, aunque para evitarlo la maquinita se ha puesto a trabajar, los dólares a correr, el servicio secreto a espiar, amén de la preparación del gran amedrentamiento, el 12 de octubre (estará el tirano conmemorando a Colón: sus prácticas son las mismas), donde una multitudinaria marcha de “interculturales” primero amagará y luego masacrará a los últimos vestigios de las culturas de tierras bajas que debiésemos cuidar como a vírgenes.

Cree en estupidez que con ello se asegura treinta años. Para el miserable espíritu que carga, que aceptó a pie juntillas las zalamerías del brumoso Choquehuanca, no hay oposición a lo divino. Duro ha de ser despertar cuando las hadas madrinas se hayan esfumado. La Bella Durmiente del bosque, o la Cenicienta, fábulas que lo retratan cabal, retornarán a la realidad con campanadas de medianoche, o al notar que el beso no es de príncipe sino de sapo. Evo querrá calzar la zapatilla de cristal para recuperar la ilusión, y encontrará que nuestros pies andinos no se hicieron para tal calzado.
2/10/11

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 4/10/2011

Imagen: La Cenicienta

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