Monday, November 14, 2011

Algo más de Susan Sontag/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Me alegra leer a un autor boliviano, Néstor Taboada Terán, recordando sus encuentros con esta inteligente escritora norteamericana, valiente mujer. Afortunado de conocerla. Pasará mucho tiempo antes de que alguien de su estatura intelectual y moral vuelva a surgir en este cada vez más oscuro universo de dogmas que quiere hundirnos.


Sorprendió la noticia repentina de su muerte, aunque la muerte siempre es repentina. Sólo semanas atrás había escrito un extenso artículo sobre los Estados Unidos en la prensa del país. Fue una de las pocas voces que se animó a decir las cosas como son, en este nuevo estado en que lo policial parece reemplazar la libertad de opinión. Sus ideas sobre la ocupación de Irak la pondrían de seguro en una lista sobre personajes "asociados" por sus ideas al "enemigo terrorista". Eso nunca le produjo miedo. Susan Sontag, con su historial de desprecio por las caducas convenciones sociales, no tendría por qué sentirse amenazada por la esquizofrenia de un gobierno de payasos. A la larga sabía, aunque la historia se abanica en todos los frentes, que el único rastro que va a permanecer de esta guerra demencial serán las ruinas humeantes del gran perdedor: los Estados Unidos. Los "patriotas" y/o los que creen tener un mandato divino para hacer lo que hacen son quienes impulsan este irracional desastre, quienes atacan y vilipendian la voz y los escritos de Susan Sontag, sin saber que ella es algo único de lo que podrían preciarse como nación.


Son las mujeres, Susan Sontag, la senadora demócrata Bárbara Boxer, algunas otras, las que protestan el desenfreno. Los hombres, el partido opositor, obnubilados por la testosterona que los convierte en guerreros de opereta, callan y conceden. John Kerry se portó cobarde, Bill Clinton se menea por el mundo de la mano de Bush padre, y ninguno de ellos se anima a confrontar la pendiente de errores y desmanes de esta nueva administración. Temen ser catalogados como pro-terroristas, tienen pánico de enojar a la judería que los manipula desde el poder económico y los casa con los destinos de aquel hoyo en el desierto que se desesperan por conservar.


Hay ausencia de Susan Sontag. Cuesta creer que pluma como la suya quiera ser suplantada por la escoria de los creyentes. Pero están sus libros, sus artículos y entrevistas, la certeza de que no será tan fácil para los imbéciles de hacerse, de pronto, inteligentes.

21/02/05

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Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero, 2005

Imagen: Susan Sontag

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