Monday, November 21, 2011

Angelitos negros/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

A las tres de la mañana, en medio del trabajo, Kelly, un amigo negro,veterano de Vietnam, me estremece diciendo que en la comunidad negra se susurra que no se ayudó a las víctimas del huracán Katrina, afroamericanos en su mayoría, porque se deseaba utilizarlos como cobayos humanos.

Prosigue que la prestigiosa universidad Johns Hopkins mandó científicos, disfrazados de robots o extraterrenos, con trajes de protección antiradioactiva, a Nueva Orleans para analizar los daños que los productos químicos y tóxicos sueltos por la fuerza del vendaval que destruyó las plantas de producción causaban en las personas afectadas. La razón sería ver los efectos que una guerra química -un atentado terrorista- acarrearía dentro del territorio estadounidense. Experimentándolos en vivo se podría tener estadísticas y datos suficientes para prevenirlos.

Podría ser, Kelly, si habláramos de un país eficiente que no es el caso y no quiero repetir mi retórica sobre la mentira norteamericana. No lo creo, por falta de capacidad, aunque ganas no le faltan al gabinete Bush de obtener datos similares utilizando la carne de los pobres y los oscuros, a pesar de que Condolezza Rice, en apariencia negra ella, lo desdiga.

El columnista Frank Rich, del New York Times, bombardea la incapacidad del "conservadurismo compasivo" de mister Bush, las tontas opiniones de su esposa y madre, así como las giras estelares de Bush senior y Bill Clinton que se ha convertido en sonriente mascota de los tejanos. Augura que el peso de lo que se vio en el golfo de México luego del desastre será más que significativo, terminal para esta administración. No habrá reelección republicana a no ser que acudan -otra vez- al recurso del fraude -lo hicieron dos veces- y se elija al ominoso rictus de Dick Cheney para otra temporada.

La fanfarria con que Bush quiere en su desesperación reconstruir el lugar acarreará tremenda caída que, junto al desastre financiero de la guerra iraquí, mandará a esta tierra a la quiebra final. In God We Trust, estampado en su dinero, tendrá que transformarse en God Did Not Trust Us y la dilapidación habrá acabado.

Mal puede, y bien lo dice Frank Rich, Bush creer que rodeándose con negritos alegres y risueños retornará una fe -que nunca hubo- de ser el presidente de todos. No, mientras la televisión pase fotografías de decenas de niños desaparecidos allí, debido a la estupidez y la incapacidad de quienes se hallaban a cargo.

Millones y abrazos no bastan, señor Bush. Mejor despedidas.
19/9/05

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Publicado en Opinión (Cochabamba), septiembre, 2005

Imagen: Debbie Fleming Caffery/Gator Paw, from Hurricanes Katrina and Rita, Louisiana, 2005

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