Thursday, November 17, 2011

Presidentes/MIRANDO DE ARRIBA


Esto de cambiar presidentes ya se está haciendo una muy mala costumbre en Bolivia. Mala en el sentido que no parece aceptarse unas reglas del juego por las que se luchó mucho y por las que murieron demasiados... en vano según parece. Lo que no logro entender es la ambigüedad de los líderes, los que están en el gobierno y los que se les oponen. Resulta un juego de gato y ratón donde una parte hace de débil solo hasta que las circunstancias le permitan intercambiar los papeles. ¿A qué se juega? Una confrontación debe tener sentido, un objetivo claro sino un programa. Se engaña a las masas, que de una manera u otra, con derecha, izquierda, indigenismo o burguesía blanca, saldrá perdiendo. No se han creado bases que muestren una franca opción de cambio. Y así no se llega a nada.

No defiendo a Carlos Mesa, un buen historiador pero un incapaz y cobarde político; menos al nuevo jerarca, abogado para colmo, en quien me parece reconocer las taras del niño bien. Mucho menos al neofascismo, camba en este caso -sin ánimo de ser sectario con la población oriental del país-.

En Bolivia las cosas se manejan más que a un nivel subjetivo a uno superficial. Y se bate al pueblo de un lado a otro, con promesas falsas y consignas que tendrían validez -ya que muchas son ciertas- con salidas precisas. Para nacionalizar, o al menos obtener una ganancia igualitaria, los hidrocarburos hace falta avanzar; no basta con la toma de puntos en su red de distribución, y no sirve el cerco de una población urbana que castiga a "buenos" y a "malos" por igual y que siempre atenta contra los más pobres.

Hugo Chávez puede darse el lujo de su retórica porque tiene el poderoso aval de una fuerte industria petrolera. Sin embargo, en primera instancia, desconfío de cualquier militar, y de golpista también. Pero quién alcanza en Bolivia posición semejante. El ladrón de Sánchez de Lozada tiene el confort asegurado y solo su tonta vanidad lo haría regresar. ¿Qué desea Evo Morales? ¿Ser presidente elegido por un congreso que desconoce constantemente? No lo escucho plantear la revolución social. Saca a un presidente y mete a otro; hace mediar a la iglesia ¿Qué clase de revolucionario es? Si es necesario plantearse la revolución, una que barra con los estamentos de poder, que no deje raíz enterrada, ni curas, ni doctores, ni generales, que se diga abiertamente, que no se pierda en minucias de que unos llevan corbata y otros no. Ya somos pobres, y los de abajo, no los dirigentes, lo son cada día más en este trágico carnaval.
13/6/05

Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2005

Imagen: Bolivia, banda presdencial

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