Friday, February 3, 2012

Al mar, temprano o en la tarde/MONÓCULO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Míster Morales podría ser el mejor comediante si quisiera. Llenaría salones y, nada raro, tendría su nombre en neón purpúreo en los casinos de Las Vegas. Eso, si hubiese traductor. Como todavía no lo hay, obviemos la ilusión. Pero, a nivel local, el éxito estaría asegurado. Porque además sus chistes, bromas y deslices caen como anillo al dedo en nuestra pluri-idiosincracia.

Luego de trabajar toda la noche, esforzado vampiro andino por los últimos veintitantos años, llego a casa agotado, vencido por un horario liviano en la juventud y que va aumentando de peso con las tortas anuales que marcan mi aniversario. En esas circunstancias y condiciones, se imaginan que muero por un café, una tostada con mantequilla, un trozo de queso duro, o huevos revueltos, etc, de acuerdo a mi energía o al humor de mi mujer. Pero, previo, me siento al ordenador y reviso lo último de lo que ocurre en el país. Reviso la portada de los diarios y de lleno me voy a cualquier encabezado que hable de las opiniones del gobernante. Sé, que de una u otra manera, habrá una reacción que impulse varias horas más de actividad. A ratos la ira, la mayoría de las veces la risa.

Hoy me encuentro con un chiste marítimo. Alecciona a la armada nacional estar lista para navegar en el mar cualquier momento, tarde o temprano, porque ya lo tiene todo calculado, estudiado, escudriñado y resuelto. No extraña que cuando aparece lo observen con una aureola de genio, porque de santo y de mártir sería difícil, unos porque en su endémica ignorancia lo creen, y el corro de vivillos y delincuentes porque así les conviene, ansí nomás.

Cabe la pregunta. ¿Abrirse al mar, a la navegación, no es asunto serio? ¿O basta decirlo para correr culipelados y arrojarse a estrellar en las rocas, ahogar, o ser devorado por un tiburón? ¿Habrá suficiente “jaboncillo” para “asearse”, y de dónde traeremos piedras planas para lavar ropa? En esas opciones no se considera de si en esas frías aguas hay tiburones, de cómo afectará la sal a la ropa, y de si hay suficiente espacio y jabón para que una nación toda ¡qué una, 36! pueda darse una ducha boliviana que consiste en mojar el pelo, pasar un trapo húmedo por la retaguardia y subirse a la bicicleta. Me acusarán de peyorativo y no lo soy. Basta ver cómo se manejan los destinos de Bolivia para saber qué se haría con un mar, aparte de basurero multitudinario y vía de tráfico de sustancias descontroladas.

Lo primero, para esta ficción que han manejado nuestros gobiernos sin excepción, sería llevar a los militares del gremio a la piscina, alberca, pileta, y tirarlos a la de niños, para observar quiénes son aptos en cuestiones acuáticas y cuáles son enclaustrados. De hecho desechar al alto mando, gordinflones como jabalíes y pesados como mercurio. Esos ni de boya sirven, porque no flotan las boyas rellenas de sillpancho y chajchu. Luego averiguar qué significa tener una flota, cómo se pesca, se monta y baja y sube una red. Tanto más.

Se habla de las Malvinas, que son argentinas, sí señor, pero se desea utilizar el argumento de los gorilas rioplatenses intentando salvar sus crimen y usufructo. La patria como el recurso final para devolver -supuestamente- la gloria que nunca existió. No necesitamos lecciones de patriotismo, ni océanos que no han de beneficiar al colectivo. Chillen los que consideren esto como un argumento traidor. De todos modos, así, jamás conseguiremos algo. Las cosas vienen o se obtienen con el respeto de los otros hacia uno, respeto que hacemos lo imposible por evadir.

Pamplinas, ridiculeces que van perdiendo originalidad, que van vaciando el teatro de a poco. ¿O leí mal y lo que se dijo en realidad no fue de estar preparados para navegar tarde o temprano, sino a qué hora iríamos -irían al mar los que pueden-, si temprano o por la tarde?
02/02/2012

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 03/02/2012

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