Tuesday, March 20, 2012

El escritor en la guerra/MINIATURAS


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Releyendo a Viktor Shklovski medito sobre el destino de algunos hombres que, voluntariamente en su mayoría, alternaron el estruendo del obús con la letra. Mucho se habla de las incompatibilidades entre un campo y otro y aquí están, sin vanagloriar y menos mitificar la guerra, pero que a pesar de ella... y a veces a propósito de, continuaron creando. Shklovski, a quien Sergio Pitol con fortuna frecuentaba en la ancianidad del autor judío-ruso, va más lejos al afirmar que adora el sonido de los cañones al amanecer. Anticipa con medio siglo la paradigmática imagen del militar norteamericano que aspirando el aire en un bombardeado Vietnam dice que le gusta el olor del napalm en la mañana (Apocalypse Now).

La poética de guerra de Guillaume Apollinaire es de sus más fervorosas. El poeta presupone el fin, cénit romántico que lo hará perdurar en la memoria de la amada; decora con estallidos de cañón y la orfandad del frente bellas líneas a Madeleine. Si no la muerte, el retorno anudará el amor otra vez con fuertes lazos y "puentes colgantes de carne dura maravillosa".

Erich Maria Remarque no nostalgia el amor. A ratos melancoliza sobre una Alemania que moría, no la de la bella época mas aquella del desastre. Aún así, ese país tenía hermosos rastros, que la juventud y la amistad florecían. Nación que destrozaron los militaristas y los viejos y que con ánimo calcinado retrataron los pintores George Grosz y Otto Dix, que metaforizó Léger en retorcidos tubos y cuerpos imperfectos.

Cendrars perdió un brazo en las trincheras. Henry Miller afirma que Blaise Cendrars estaba poseído y obsesionado con la vida. Deduzco que en el borde de la muerte es donde se conoce a la señora.

T.E. Lawrence, Malraux, el mismo Drieu La Rochelle, el cubano Pablo de la Torriente Brau en España, Jesús Lara y Augusto Céspedes en la hornalla chaqueña. Todos, juntos, distintos, únicos, visionarios y críticos...
14/06/06

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), junio 2006

Imagen: Henri Barbusse

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