Wednesday, March 14, 2012

Víctor Hugo Viscarra/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Podría hablar del escritor y sus desdenes porque Víctor Hugo Viscarra fue un ser humano desdeñado. Cierto que era un hombre difícil, hasta imposible a veces, y que nadie tiene la obligación de cobijar a nadie, pero todavía creemos que mereció más de lo que tuvo.

Lo triste radica en saber que ahora, justo ahora y principalmente por ello, su ausencia le dará gloria, el aprecio de aquellos que prefieren lidiar con los muertos y no con los vivos. Pienso que no le hubiese importado; él, leo que decía, se sentía más a gusto con sus putas y etcéteras que con los demás. Intelectual mientras la vanidad del arte no despertara sus espectros; entonces las sombras eran tan profundas que engullían sus textos junto con su existencia, hasta el próximo tiempo en que sorteando los desmanes de su paralelo misterioso y desastroso mundo resurgía a la luz contando inverosimilitudes del espacio al otro lado. Parafraseando a un personaje de Herzog, Víctor Hugo Viscarra había visto el más allá y había retornado con vida como un selecto gitano.

El era -extrañamente- la materialización de sus libros; diccionario y apóstata, perverso y suave. Niño que vaga en el laberinto del desastre buscando a su madre y que cuando la encuentra la repudia porque no es sosiego su búsqueda sino desdicha: en medio del amargor es cuando los besos se sienten.

Taciturno cliente de las flotas, de las intemperies varias, se mueve el escritor por el país cargado de notas de mano. No demanda reconocimiento y menos justificación. Sonríe de todos modos, cualquiera sea el evento porque en ese rictus defiende su derecho primordial. Sabe que no hay solaz en su presencia, que molesta o es incómodo cuando se junta a sus colegas. Si habla da lo mismo que abrir sus páginas y despertar imágenes no siempre bienvenidas, muy de vez en cuando bienvenidas. La historia de un rechazo vendría a reflejar los días de este gran escritor nacional. El único que tuvo la osadía, talentosa además, de retratar de primera mano un universo soslayado -que no ajeno. Límites que quiso orillar Sáenz desde posición muy distinta.

Leo que se publica en España su magnífico "Borracho estaba pero me acuerdo", obra que leí el 2003 y que me dio ilusión de que la literatura aún no se había perdido, que a pesar de lo sórdido de su crepúsculo, las líneas de VH Viscarra eran refrescantes y nuevas, como son hoy las de Washington Cucurto.
05/06/06

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Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006

Imagen: Portada de Relatos de Víctor Hugo Viscarra

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