Friday, July 6, 2012

Votar, ¿por quién?/MONÓCULO


Entre los muchos amigos mexicanos en Colorado, la mayoría se ha “abierto” de la política de su país. Pero algunos todavía guardan alguna fe en que el sufragio puede servir; para qué es la pregunta.

El PRD debiera ser la respuesta obvia, si vamos con la tradición contestataria y progresista con que creció como partido. Y, sobre todo, en oposición a esquemas antediluvianos y corruptos como el del PRI o los ineficientes y sectarios del PAN. Pero ahí el panorama se amplía, crece, y se refleja en los ejemplos de lo que la mal llamada “izquierda” ha hecho y hace en el resto de la América Latina. Con semejantes muestras: Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador… votar por la izquierda es lo mismo a dispararse en un tobillo. Las expresiones fascistas de la represión a indígenas (incluidos niños y ancianos) de tierras bajas y activistas en La Paz solo lo confirma. Pareciera que la única razón que tiene la izquierda al llegar al poder es la de perpetuarse. El mayor ejemplo subsiste en el Caribe, donde de manera triste una población está obligada a prostituirse de mil maneras para comer. Igual a tiempos antiguos, en ilusión superados, donde el amo era otro y las abyecciones las mismas.

En Paraguay se destituyó a un fornicario, y no lo digo con espíritu pueril y cuasi cristiano, porque el sexo es lo que nos sobrevive y lo que nos da esperanza, pero practicado a espaldas de un uniforme, así sea sotana, implica abuso, utilización de un estado de poder para aprovecharse de otros. A nombre de confesiones y palabra de Dios, el individuo en cuestión obtuvo lo que deseaba, y que no culpe a Satán por el asunto, que el Maligno nada tiene que ver. Lugo acá donde vivo estaría preso, no destituido, pero en nuestros países todavía la dignidad de la mujer va detrás de la del perro, y poco se avanza. Que la derecha lo haya “golpeado” ¿y qué?, si la derecha también era él. Se muerden entre fraternos, siempre sobre el lomo de los que menos tienen. Aplicando de estricta forma los mandamientos revolucionarios, tanto el cura como el payaso de Venezuela y comitiva marcharían cabizbajos al paredón. Que se lo pregunten al Che.

Por cierto, luego de estas reflexiones sangrientas, me abstengo de aconsejar a mis amigos votar por ninguno. Lo mismo que yo, que en el mío, tampoco elijo entre catervas de delincuentes obvios y aquellos en ciernes. Converso con los amigos, compartimos por lo común edades afines y luchamos por el desarrollo de nuestros hijos y les aseguro, sin ánimo antipatriota o descastado, que me alegra infinitamente que mis hijas no vivan y nunca vayan a vivir en el país de mi nacimiento. Que mi nostalgia sea personal, y que mis recuerdos, falsificados o dorados por el tiempo, se queden en mí. Me alegro que ellas nacieran en una sociedad con tremendos errores y falencias también, pero donde todavía se tiene voz, y las cosas funcionan porque hay separación de poderes y nadie, ni el presidente, puede ser omnipotente y dictatorial. Un lugar donde se les permite crecer, vengan de donde vengan, a pesar de extremos que han de superarse como el de no permitir a los hijos de indocumentados estudiar carreras universitarias. Es la derecha norteamericana, la misma que castiga a los indígenas del TIPNIS en Bolivia, la que aúlla en los jolgorios caraqueños, la que pone impedimentos al respecto. No hay que dejar que el poder se acumule en manos de uno o de pocos, aunque para ello se acepte la falible e imperfecta faz del régimen democrático, que es con mucho mejor que el esputo inmundo de los falsos profetas.

Entonces no hay salida –conversamos-, solo la de aceptar que nos fuimos y no retornaremos, y que la búsqueda de lo que fuere para salir de la tierra de cada uno aún mantiene el profundo espíritu positivo del principio. Votar ¿para qué? Para más de lo mismo. Que voten los vástagos en otro mundo mejor.
5/7/12

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 06/07/2012
Imagen: Philip Guston/Summer, 1980

No comments:

Post a Comment