Sunday, October 12, 2014

Isadora/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La tarde viene lenta. Necesito voces. El tiempo se ha insertado en el pasado y la nostalgia navega con pesados remos por mí.

No sé por qué rememoro a Isadora Duncan; tal vez se deba a un rictus amargo compartido. La veo en Buenos Aires, con el pecho descubierto, cantando el himno. Su blanco seno es lo más cercano a una estrella.

En una memoria de ventana danza y danza: regalo de perfiles ante mis ojos mustios.

La vida tiene azares extraordinarios. Un día, Isadora, la bailarina, conoce al poeta ruso Sergio Esenin, poeta de ojos de abedul, de voz de camino atardecido. Los dos, suaves, ruedan al matrimonio con la gracia que sólo tienen los artistas. Son felices.

Mas la poesía no se da con facilidad: el poeta se desangra. Esenin tiene todos los sentidos desarreglados, como pregonara Rimbaud. Se inicia la tragedia. En Berlín, entre alcohol y rusos, Esenin desespera. llia Ehrenburg cuenta que en vano Isadora trataba de calmarlo: Esenin rompía la vajilla. Al final se separan. Esenin muere años después… ahorcado.

Isadora continúa bailando. Moscú, París... Sus piernas son más hermosas.

En un escenario inicia un giro. El aire que expele su cuerpo susurra un nombre... su nombre… su nombre… su nombre.

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Publicado en TEXTOS PARA NADA (Opinión/Cochabamba), 1988

Imagen: Isadora Duncan in 'MAZURKA, Chopin Opus 17, No.4' in 1915.

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