Thursday, October 27, 2016

DE ABANDONO/Cartas a Elisabeth (1)

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

9 de enero 1986 (22: 45 hrs.)
Vengo de una cena elegante. Estoy asqueado, Elisabeth. Sí, y ebrio de tristeza también.  Mientras miraba aquel mundillo de corbatas y perci­bía el reflejo de los autos nuevos tras las ven­tanas, pensaba; pensaba en el poema de Evtuchenko acerca de las almas gemelas. No lo tengo exacta­mente en la memoria, pero se refería al crimen que significa que, por ejemplo, tú y yo, estemos separados y cada uno por su parte se asfixie en la miseria. Esto mismo de iniciar un diario que nunca has de recibir y que es solamente para ti es absurdo. Te quiero y nuestro amor pende como ahorcado de los reflejos cristalinos de copas que acarician sucias manos.

“Sálveme, Victoria. La sabiduría gubernamen­tal me saca de quicio, el aburrimiento me embria­ga. Si no me ayuda, voy a reventar al margen de todo plan. Si alguien quiere que un soldado es­tire la pata tan desorganizadamente, no será ciertamente usted, Victoria, la novia que nunca será esposa. Ya está ahí el sentimentalismo, pues que se vaya a la madre que...”  ISAAK BABEL.

Cada libro que encuentre hundido en los estan­tes, toda estampilla hermosa que consiga, cada árbol, flor, piedra, niño, color que me impresio­nen los tomaré junto a ti. Nuestra separación física no impedirá que en las noches negras, frías y solitarias como ésta, te lea poemas o te susurre groseras palabras dulces al oído (beso con pasión tu oreja, Elisabeth, succiono tus are­tes)

La máquina de escribir está en la cama. Mi mesa de noche: J.R.R. Tolkien, Isaak Babel, Robert Desnos, León Felipe, Barthes, Grosz, Bakunin, Rimbaud (Une saison en enfer), Baudelaire (Dia­rios íntimos)… un reloj, dos cartas (Colombia, Alemania Federal), una radio, cuatro catálogos fi­latélicos, un pantalón, papeles, un trozo de már­mol (la fábrica)... y Gibrán, seguro.

Te amo Elisabeth como pego la foto de Durruti en mi ropero
Te amo como me desvisto
Como busco con los pies los rincones fríos de mis sábanas
Como acaricio suavemente mi sexo te amo así
Como cuando el agua de ducha toca mi vientre y me descansa
Te amo como aflojo mi cinturón para mostrar­te mi amor
Te amo pensando que el motor que avanza por mi calle eres tú que vienes
Te amo en la frescura de mis lóbulos entre los dedos

He de despertarte si sigo escribiendo. Volveré otro día, amada, querida. Que el sueño ba­je a ti desde las ramas de mis cabellos. Chau…

"Salut à lui, chaque fois
Que chante le coq gaulois.
Ah! je n'aurai, plus d´envie:
Il s'est chargé de ma vie.
Ce charme a pris ậme et corps
Et dispersé les efforts."
ARTHUR RIMBAUD

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Publicado en Revista SIGNO (La Paz)

Imagen: Paul Signac, 1893 

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