Tuesday, March 28, 2017

El código nuclear/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Hace unos días el Wall Street Journal, que no es diario liberal, escribía un editorial acerca del presidente y su tozudez en seguir afirmando que Barack Obama ordenó que lo espiaran. El texto fue contundente: que cómo podría creerse a Donald Trump cuando dijera, o diga, que Corea del Norte envió un misil con cabeza nuclear contra los Estados Unidos y que habría que responder. Ya en programas de televisión hablan de él como de un “mentiroso patológico”, reafirmando lo que en su momento sugirió Obama, retratándolo como un embaucador. El Wall Street culminó su alegato casi advirtiendo, que cuidado no se llegase a pensar, en medio de tanta falsedad, que el presidente formaba parte de ella.

A pesar de la sociedad de prensa libre que han sido los Estados Unidos, todavía se guardaba, desde tiempos de Nixon, una especie de respeto hacia el primer mandatario. No existe más, tanto periodistas como opinadores ríen abiertamente ante cámaras con las estupideces a las que el empresario ha acostumbrado al público, y que son paradójicamente su fuerte entre sus fervorosos seguidores, norteamericanos semianalfabetos, campesinos, ignorantes, alcohólicos y tarados, aquella masa que culpa a los inmigrantes de haberles arrebatado el trabajo, cuando la realidad es que ellos representan una pésima masa laboral incapaz de alcanzar ninguna meta que implicara esfuerzo y dedicación. Pues bien, ahora el líder está arriba y el maná habrá de caer desde el cielo para alimentar gandules.

Trump miente a izquierda y derecha; sus crías lo mismo. La afamada Ivanka que quiere dar a su burdo rostro de labrador checo aires de aristocracia, está envuelta en oscuras transacciones en Azerbaiján, por dar un ejemplo. Compra ropa china en cantidades industriales. Allí no pesa el slogan de “contratar y comprar americano”. Los amos no se sujetan a normas colectivas, incluso si ellos las proponen y autorizan.

Es tanta la incoherencia de esta administración, que tonta y brutalmente intenta ocultar los conflictos de interés que la pueblan, que cuesta poco comparar a los Estados Unidos con sus pares venezolano, boliviano, nicaragüense. El imperio familiar y el negocio, mientras engorde las arcas personales, bienvenido. Sorprende que un pueblo que parecía en esencia tan patriótico no tenga hoy ningún reparo en venderse a Rusia si es necesario, o a China o a quien ofrezca más al Donald que pone luces de color roja sobre la Casa Blanca transformada en casa de putas para atrapar clientes.

Sin embargo, y vale en descargo de lo mejor que tiene este país, hay una oposición inteligente, investigadora, liberal, que cuelga en constante vigilia sobre el riesgo de convertirse en otra república bananera. Se sabe que existe un dossier compilado por un ex espía británico que explica con detalle las fuentes del chantaje ruso hacia Trump, aparte de los negocios petroleros cerrados en paraísos fiscales a medianoche, y que incluyen videos del depredador sexual hoy presidente en hoteles de Moscú. O sigues mis instrucciones, dice Vladimir Putin, o muestro tu culo pelado. Amenaza que debe ser tan escabrosa que excede la simple exposición de unas nalgas de treinta kilos cada una.

Dossier mencionado por un representante demócrata de Texas o California el día que declaró el jefe del FBI en público. De eso no se habla, o no por ahora…

Se está acorralando a The Donald. El inmenso y real peligro es que para escapar a un panorama que se perfila duro para él y que quizá le asegure un impeachment y tal vez la cárcel, Trump apueste por la guerra: Corea del Norte, Irán… con abiertas posibilidades nucleares. Tendría que pensarlo dos veces: los Estados Unidos y su tremendo poder militar y tecnológico hasta ahora no han podido derrotar a grupos tribales afganos o a la insurgencia iraquí. En Vietnam los arrearon hasta el mar. Pueda que suceda de nuevo.
27/03/17

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 28/03/2017

Imagen 1: Caricatura del Columbia Daily Tribune
Imagen 2: Caricatura eslovaca

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