Wednesday, April 12, 2017

Estados Unidos: viejas y nuevas fronteras

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La emigración para mí ha sido un bálsamo. Revivificador, diría, pero no sería justo porque todavía era joven al venirme. Pronto, en unos años más, habré vivido más tiempo en EUA que en Bolivia. Fue de aprendizaje y de permanente frontera. He estado en las fronteras físicas del norte y del sur, Canadá y México, pero son los bordes interiores los que me tocaron, ese convivir con universos distintos, diferentes, dispares, de manera permanente. Trabajar con un somalí me da ciertas pautas sobre su tierra, África, el islamismo, la relación con la mujer. México… un mundo en sí mismo; no es igual compartir con sinaloenses y su aura narco que con los sufridos sureños que habitan los montes entre Veracruz y Oaxaca. Eso se traduce en literatura, lo quieras o no, y no siempre de manera directa, hablando de los protagonistas, sino por un espacio rico que has logrado aprehender y a ratos comprender y que manipulas en lo tuyo.

Respecto a Trump, el neofascismo, la payasada, tragedia, comedia, desubicación perpetua y peligrosa de estos individuos, hay mucho por decir. Ha de ser una época gloriosa, creo, para el periodismo, y también la literatura. De pronto afloran caracteres anacrónicos que se consideraban perdidos en las letras de entreguerras; el estrado amenaza con derrumbarse y en el movimiento despierta asuntos desde un largo letargo. Divisiones que en un par de décadas creí que se habían desvanecido, renacen. Sucede una reubicación casi feudal de la vida toda, un rediseñarse o inventarse fronteras supuestamente desaparecidas. El ser extranjero, sentirlo, disfrutarlo, alimentarlo, ha sido para mí fuente dichosa de inspiración y trabajo.

2017

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Publicado en PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Chuquisaca), 06/02/2017

Imagen: Martín Ramírez

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