Sunday, September 10, 2017

El ambientólogo. Delicias de la vida palaciega

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Nosotros, los comunistas, lo entregamos todo, no nos quedamos con nada. Algo así dijo Álvaro García Linera, Alvarito, el chico malo del plurinazionalismo. Deducción: no es comunista. ¡Ay, Alvarito, qué será de ti cuándo llegue el comunismo!

Sigo con la sarta de necedades que este individuo escupe. No sé, otra como que la casa que tiene, y que debe, la terminará de pagar el próximo esposo de su esposa. ¿? ¿Casa con mujer incluida? ¿A cuánto, señor? Desde el otro lado mi padre continúa susurrando, igual a cuando nos sentábamos enfrente del televisor y aparecía este payaso: es un cojudo. Tajante. Real. Indiscutible.

No sé en qué momento de odisea alcohólica se supuso que García formaba parte de un exclusivo grupo de genios. Entre la recua tercermundista, populista, que incluía a Chávez, Ortega, la Kirchner, digamos que destacaba, aunque en conjunto presentaban un rebaño de pedantería ignorante y prostituta. En Cuba lo escuché y a ratos daba la impresión de que ciertamente había un bagaje ideológico bien rumiado, hablando de Bolivia, su historia, y el porvenir. Un poeta canoso cuyo único mérito radicaba en haber conocido a Neruda, me dijo en el oído que la oratoria del vicepresidente debiera ser impresa y enseñada en todas las universidades del mundo. Tan grande era que la olvidé, y eso que recuerdo cosas menos leves como un primer amor y el primer desaire. Si la política sucumbe en el recuerdo ante el peso de la inútil pasión juvenil… pues, no vale nada.

Con mi padre -retorno al fantasma lúcido- aderezábamos un café y… a putear y escuchar. No importaba el tema que tocara Alvarito. Gozábamos de lo lindo cuando movía los dedos, imitaba olas de mar, alas de palomita y mariposas. De pronto bajaba la palma casi haciendo que aterrizara un avión. Era manualmente explicativo porque de lo otro, del verbo, al carajo. Suplía la falta de talento con mímica, la de entendimiento con dengues de meretriz de frontera. Pero era el genio boliviano, el Einstein que cinco mil años aymaras y no sé cuántos otros miles de las 36 naciones, más las barbas de los porqueros extremeños, finalmente habían parido, y, cosa extraordinaria, en la misma era mesozoica del caudillo del imperio altiplánico, el audaz, pelucón, verraco, culeador, magnífico y magnánimo Evo, el bienamado.

Hasta el Voyager, cuarenta años trashumando el espacio, vio que dos estrellas se unían para tirar igual a ducha de barrio pobre, un chorro de luz sobre la tierra marchita de los bolivianos, sedientos de tomar agua marina. Haz, o haces, o ases, que recibieran las canas de Alvarito y las mechas de Evito, por los siglos de los siglos, amén. Falta Bergoglio, el otro marica, para la troika perfecta de beneméritos ángeles del infierno. O Diego, el fatídico Maradona.

Vamos ahora al TIPNIS. Este asunto, hace años, mostró las fauces del lobo mejor que nunca antes. Morales se coronó reina del narco. Le pusieron una banda de hojas de coca y en pasta blanca un notorio “Miss Chapare”. Para Álvaro no sé si hubo banda de representación. Supongo que sí, caso contrario se hubiese desatado un conflicto de odaliscas con multitud de desnudos eunucos correteando aterrados. Aves y baldes, demonios, esqueletos, figuras antropomorfas, zoomorfas, animales, monstruos, hoces y alabardas. Cierto domingo por la tarde, en Cliza, creí ver en vivo el infierno de El Bosco, pero aquello no era nada ante las bambalinas del estado plurinacional, con ministros en polleras de chola y violadores de miembro entumecido, frotado en pasta base, buscando el agujero negro por donde vinieron del espacio los líderes de la revolución. Alguna vez escribí una columna que se llamaba Retrato de potencia nuclear con grupo de perros copulando en la calle. Ni más ni menos. Bueno… más.

TIPNIS, la tierra del agua, la intemperie húmeda, la vida o la muerte, la gloria o la sed. Sobre este pedazo de aire, desde mucho ha, quieren Álvaro y Evo, Evo y Eva, hincar el diente. Les habrán puesto caninos de oro ya que no saben en qué gastar la robada plata comunista. En su momento, a tiempo de la marcha más famosa, la que llegó a La Paz y obligó al presidente y al vice a orinar sentados, hubo hasta un jesuita que hoy aparece glorioso y bonachón, predicando violencia para domeñar a los irredentos indígenas que protestaban. Hoy calza boina y sonríe muy parecido a Satanás en máscara de diablo. Ese TIPNIS que quieren regalar a las petroleras, mineras, narcotraficantes, cocaleros; total no será a ellos ni sus crías que les afecte la sequía eterna. Ellos, dada la estupidez de los gringos que los inventaron, capaz que terminen dando cátedra en la Sorbona acerca de la rebelión mundial, mientras redondos y jóvenes culitos europeos respiran como pescados, ardientes de deseo proletario. Triste mundo de tartufos.

Dice el licenciado, doctor, periodista, analista, pensador, filósofo, matemático, versificador, prosista, matador, guerrillero, mesías, apóstol, amante, preso político, vendedor de libros usados, impoluto marido, dadivosa pareja, Álvaro García Linera, que lo del medioambiente lo inventaron los gringos. Claro, cualquier cosa, ya que si no puede lucrar con el parque Isiboro-Secure tendrá un soponcio de película, de esos de novelón venezolano, y entre sus rabietas feminoides y las del otro fémino de palacio (sin insultar a las mujeres), estamos jodidos. Cuidado, que nos derriban ciudades para construir mitos. Lo que es peor, viendo una exhibición de museo, es que hasta el ekeko se ha transformado. Estaba en un pedestal su figura desprovista de atuendos. Ni bolsas de arroz, ni camioncitos Isuzu; ni dólares ni cholet ansiado. Solo erección en su pequeña verga lampiña anunciando al mundo que a partir de hoy, del tiempo del mocochinchi y el reloj volcado, discutiríamos a calzón quitado, a algunos quitado por fuerza y de otros, al revés, dispuestos al estupro.

Un título más para el genial linerita, el de ambientólogo, similar al de ambientador de baño, olor de lavanda.
07/09/17

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Publicado en ADELANTE BOLIVIA, periódico digital, 09/09/2017

Imagen: Arte: Roberto Unterladstatter. Fotografía: Ibelisse Guardia Ferragutti


2 comments:

  1. bugarrones de alcantarilla..diría Reinaldo Arena, que sí supo ser un gay digno

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    1. Talentoso, además (Arenas), y poeta en serio. No como este advenizo vanidoso y torpe.

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