Friday, December 29, 2017

El Exilio Voluntario - Claudio Ferrufino-Coqueugniot

JORGE ISURY CRUZ

Aquí estoy solo y nadie me regala nada y si he de devorar devoro, y matar mato y el mutismo de mi rostro refleja un cansancio moral. Sin embargo estoy feliz. Hay algo nuevo en este dramatismo laboral, aprendo

Esta frase lapidaria reza la contraportada de El exilio voluntario del escritor Claudio Ferrufino-Coqueugniot(Cochabamba-Bolivia 1960), que le valió el premio Casa de las Américas de novela (2009), después de haber obtenido una mención honorífica con su novela del año 2003 El señor don Rómulo. Entre sus demás libros se encuentran Virginianos(1991), el poemario Años de mujer (1989), una colección de columnas Ejercicios de memoria (1989), Diario en cinco y epílogo (1989) El exilio voluntario (2009) publicado en España el 2011, Diario secreto (2011), que le valió el Premio Nacional de Novela de Bolivia, y en 2015 publica junto a Pablo Cerezal (Madrid, 1972) Madrid-Cochabamba (Cartografía del desastre), con gran éxito tanto en Bolivia como en España (Ed. Lupercalia).

En esta novela de 2009, el escritor cochabambino, que radica en Estados Unidos, el mismo lugar donde se ambienta la novela, aborda temas, que desafortunadamente están a la orden del día: la inmigración y el choque cultural hispano en el país norteamericano, entre otros. El libro como un sueño americano que se convierte en pesadilla, pero que con el transcurso de los días, y el ir y venir en numerosos trabajos, el encuentro con gente y amigos con su misma suerte, hacen que el protagonista, Carlos Flores, no quiera despertar de esta pesadilla, dándose cuenta de que aquellos golpes no son solo enviados para él, sino que tiene a más gente con la que poder soportarlos con la frente en alto. Desde la perspectiva de un marginado social, Carlos Flores muestra y cuestiona la realidad social, una realidad que se concreta en Estados Unidos, de su propio exilio voluntario, elegido por él mismo. Aunque la nostalgia no cabe en la realidad de la vida de los inmigrantes y sí lo marginal abrazado a lo circunstancial.

Ferrufino-Coqueugniot hace un ejercicio de retórica y elocuencia, jugando libremente con el lenguaje y la escritura, empezando con la numeración de los capítulos que conforman el libro, numerados con números romanos y terminando con un juego de números, escritos en inglés, español, entre escritura-números, pasando por nombres de personas, lugares, letras juntas y/o separadas (XXVII, Treinta y 7, XXX y 8, Trenta-Five, 6 y tres). Con un toque de ironía y a veces de humor, va eliminando la percepción de un lenguaje y patria común, América Latina, e inventando un lenguaje que baila entre el castellano y el inglés, y que tienen que hablar los millones de hispanos que viven al otro lado del río Grande o río Bravo, según de dónde se mire (yunóu, zenkiu, sanamabich), pero que hacen, como en Europa, una interrelación de culturas dispares. Saltos temporales, y diferentes planos se perciben a lo largo de la novela, como si de una película de cine se tratara, el enlace del tiempo y el espacio se entremezclan en una misma página. El autor y el personaje demuestran el gran bagaje cultural que tienen sobre la política, cine, literatura, historia, experiencia. Casi 30 años transcurren por las casi 240 páginas del libro, donde el personaje bebe de los recuerdos de su infancia en el corazón de Bolivia, sus calles, sus olores y sabores, las chicherías donde pasaba horas y horas bebiendo con amigos, sus primeras experiencias vitales, la juventud (¿años felices?), y que ahora trata de compaginarlos o quizás reconstruirlos en el país norteamericano.

Todo el libro es una provocación novedosa, revolucionaria y experimental en lo literario y en lo lingüístico, desde el lenguaje cercano y a veces desgarrador, los personajes, los trabajos de Carlos, alter ego de Claudio, pierde y aprende, reflexiona y denuncia crudamente a la sociedad norteamericana, a sus ciudadanos, artistas, políticos, costumbres, haciendo un examen de su propia vida, un ejercicio de memoria. Carlos Flores se mueve por lo marginal por abajo, donde se acumula soledad, se archivan voces, se corta a los amigos de raíz, esto es la vida del inmigrante solitario, porque la soledad es como cargar con dos bolsas de cemento a la vez, dice el protagonista.

Este libro visceral y desgarrador, y otros que conforman la bibliografía de Claudio Ferrufino-Coqueugniot lo convierten en uno de los exponentes más novedosos, aunque con una amplia trayectoria, situándolo en un puesto privilegiado dentro de las letras bolivianas e internacionales. Solo me queda recomendar este libro, publicado en España por la editorial Alberdania el 2011, y que ya va a cumplir los 10 años desde que Claudio tomó la pluma y escribió “El viaje de un inmigrantes hombre consiste de tres cosas: hambre, sexo y trabajo“.

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De NAVAJA DE PAPEL (blog del autor), 29/12/2017

Imagen: Portada de El exilio voluntario (ALBERDANIA, Irún, 2011)


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